miércoles, 21 de abril de 2010

El debate de fondo acerca del modelo Industrial

Les acercamos un articulo muy interesante sobre el modelo económico que impulsa el gobierno nacional y que aclara muchas cuestiones que surgen en los debates que encontramos en la Facultad.
Enumera los distintos proyectos de pais que se plantean desde distintos sectores y que discutimos en la Facultad cuando hablamos de cambio de planes de estudio, cuando debatimos sobre qué tipo de Ingeniero necesitamos, para qué proyecto de país.


Salio en la revista Industrializar Argentina Nº 10 que se puede conseguir en la FIUBA.

"La Argentina del Bicentenario se debe un debate a fondo acerca del proyecto industrial vigente.
Desde esta revista señalamos la necesidad de un proyecto verdaderamente nacional, que articule las necesidades sociales, el crecimiento y fortalecimiento del mercado interno, el federalismo y la recuperación de los eslabones productivos perdidos en las últimas décadas de desindustrialización. Para ello se debe enfrentar de manera audaz y decidida la extranjerización y concentración de la estructura económica, transitando un camino de independencia nacional."



Introducción



El falso debate: neo-liberalismo vs neo-desarrollismo


Conclusiones




IntroduccIón
Ya no quedan dudas acerca del resultado del tan mentado “modelo neo-desarrollista” vigente, cuyo nacimiento se ubica en la mega devaluación de 2002.
El gobierno de Duhalde y los que lo sucedieron, han gestionado el modelo agro-energético-minero exportador con base en el alza de los precios internacionales de los comodities (soja + petróleo), que generaron los hoy añorados superávits gemelos (fiscal + balanza comercial).
Esto permitió, a través de planes sociales, festival de subsidios para mantener congeladas las tarifas y cierta recomposición de las jubilaciones y los salarios, una política de contención del hambre, la pobreza y la exclusión. Pero estas lacras no han sido superadas, al contrario, parecen haberse convertido en rasgos estructurales de la Argentina del siglo XXI.
A la vez, en 2002 la gran capacidad instalada ociosa de la industria y los salarios devaluados, permitieron a los grandes grupos exportadores hacer una gran diferencia. Secundariamente, las Pymes industriales que habían sobrevivido a la nefasta década menemista, recuperaron su actividad. Todo esto dio como resultado un crecimiento global del empleo y la producción.
Pero en 2007, el viento de cola se atenuó; apareció la inflación, la inversión se estancó y luego se sumó la crisis internacional, de la cual no estábamos desacoplados, sino dependientes.
Esto dejó al desnudo los grandes déficits estructurales de la Argentina.
En palabras oficiales: 
“Pese a la recuperación, la economía  argentina todavía enfrenta importantes desafíos, incluyendo la extensión de la pobreza, el incremento del desempleo y el subempleo, alta inflación y escasez energética…”1
O para ser más precisos, en palabras de especialistas en política industrial: 
“…achicamiento regresivo del tejido manufacturero, concentración de la producción, regresividad distributiva, reforzamiento del carácter trunco de la estructura fabril y dependencia tecnológica son algunas de las principales conclusiones que surgen de una primera lectura de los tabulados censales oficializados por el Indec.
En varios estudios recientes se ha demostrado cómo todos estos procesos y otros (como la creciente reprimarización de la producción y las exportaciones sectoriales, y el elevado componente importado de la matriz industrial) se han afianzado aún más en los años recientes al calor de la vigencia del ‘dólar alto’ como eje prácticamente excluyente de la ‘política de fomento’ hacia la industria. 
Y expresan la consolidación del agudo cuadro de desindustrialización iniciado con la última dictadura militar.”2




El falso debate: neo-liberalismo 
vs. neo-desarrollismo 
Gran cantidad de analistas coinciden en que se ha superado lo peor de la crisis, previendo una recuperación. 
Lo que falta responder es si se iniciará así otro ciclo como el anterior, donde tras el renacer de la actividad económica, se agravan los males estructurales de la Argentina, desembocando en una nueva crisis.

Para ello es necesario ir al debate de fondo, que es: ¿con qué política enfrentamos la situación, sea de crecimiento económico o de caída de la actividad? 
Son pocos los que quieren volver al neo-liberalismo, pero hay muchos que dudan respecto al neo-desarrollismo. 
Éste esconde, tras un discurso productivista, su esencia antinacional. En su crítica al neo-liberalismo, se diferencia de este con poco. Le bastó algo de discurso y un dólar alto. 
El derrame no sucedió. El crecimiento económico en sí mismo, con aumento de producción y empleo, no quebró la tendencia estructural, iniciada con la dictadura, de desindustrialización, extranjerización y exclusión social. Gran cantidad de medidas que han tomado estos gobiernos neo-desarrollistas favorecen la extranjerización y/o concentración económica: administración del transporte vía subsidios e importación de chatarra; legislación que refuerza la entrega hidrocarburífera menemista; continuidad absoluta en la actividad minera; marco jurídico tributario regresivo –que castiga a Pymes y trabajadores–; control de precios vía acuerdos con los grandes grupos (usinas lácteas, supermercados, grandes frigoríficos, grupos exportadores sojeros) , subsidios del Anses para  General Motors, política de “promoción” a la inversión industrial, que ha favorecido fundamentalmente a los grandes oligopolios exportadores, etc.
Llegado a este punto, los sectores afines al actual gobierno, se rasgan las vestiduras y matan al mensajero. La realidad es contundente. Por lo tanto, utilizan el recurso habitual de ubicar al contendiente en el neo-liberalismo.
En aras de un bien supremo (“el gobierno popular”, “el modelo de la producción y el empleo”, “la nueva política”, “la transversalidad”, “la concertación”, y así siguiendo) polarizan contra el neo-liberalismo. 
Pero la cuestión de fondo pasa por otro lado: la urgente necesidad de dar soluciones a favor de la Nación y el pueblo, terminado con las crisis cíclicas que nos empobrecen y condenan a varias generaciones a la degradación y la indignidad.
El remedio a estos males crónicos sólo es posible apostando a un proyecto industrial, que enfrente y derrote la dependencia, acompañando un camino de independencia nacional. Independencia nacional significa ejercer la soberanía plenamente, sin injerencias extranjeras, para terminar, además, con la postergación y opresión de amplios sectores populares.
Posicionados en aquella necesidad de cambiar y alentados por esta posibilidad de independizarnos se puede enfrentar al neo-liberalismo y al neodesarrollismo en función de los resultados de sus políticas, no de sus discursos. 
Claro que ese enfrentamiento requiere no sólo planteos técnicos e incluso teóricos y conceptuales, sino también una ardua tarea para conformar un espacio político aglutinador de los diversos sectores genuinamente consustanciados con los objetivos de independencia nacional enunciados para nuestro país y la totalidad de sus habitantes, sin excluídos de ningún tipo.
Abramos el debate en función de los hechos concretos y no en función de las promesas.
El neo-desarrollismo no es igual al neo-liberalismo. Éste pretendía la retirada del Estado de la producción, aquél alienta la intervención estatal. La política de los noventa privilegiaba los servicios sobre la producción; en cambio la política actual da preeminencia a las actividades productivas; ¿qué son, sino, el cultivo de soja, la extracción de petróleo, la actividad minera y la consolidación de una estructura industrial muy volcada al procesamiento de recursos básicos? No hay dudas que este es “un” modelo productivo, la cuestión es ver “qué” modelo productivo es. Quiénes se benefician y quiénes no.
De lo que carecen ambos es de una matriz nacional. Uno, privatizando las empresas de servicios públicos y sectores estratégicos como petróleo y acero a favor de intereses básicamente europeos. El otro, manteniendo o profundizando esta estructura, y en pocos casos atenuándola, a favor de empresarios amigos, socios o testaferros, que podría decirse que están en las antípodas de conformar una “burguesía nacional” (entendiendo por tal, aquel sector del empresariado que, con vistas a romper los lazos de sujeción con el extranjero –el imperialismo– procure avanzar en la concreción de un proyecto de reindustrialización y desarrollo nacional).
Ambos coinciden, a su vez, en la consolidación de la sojización como rectora de la estructura productiva en el campo, con sus correlatos de concentración y extranjerización de la tenencia de la tierra y la producción.
Pooles de siembra, oligopolio exportador, proveedores extranjeros de insumos y paquetes tecnológicos, son la contracara de la pérdida de miles de explotaciones medianas y pequeñas, la expulsión de chacareros y obreros rurales, el deterioro del suelo y la pérdida de la diversidad agrícola.
Otra coincidencia entre ambos es su alineamiento respecto a los centros de decisión que rigen el mundo. Ninguno tiene una estrategia de independencia nacional. Sólo cabe reconocerles su alineamiento con alguno de los sectores dominantes. 
En la década pasada, a pesar de las privatizaciones a favor de los europeos, había un alineamiento automático con EUA (“relaciones carnales”) y sometimiento financiero vía la deuda externa. Actualmente, hay continuidad en cuanto a la aceptación y no investigación de la fraudulenta deuda externa. 
A pesar de algunos gestos hacia EUA, el pago al FMI y la negociación con el Club de París y los “holdouts”, se percibe un alineamiento internacional diferente. Asistimos a la reedición de la vieja y reiterada consigna de los sectores dominantes: “comprar a quien nos compra”. Así, aumentan las importaciones de productos manufacturados desde China, cada vez de mayor valor agregado, como contrapartida de las exportaciones del complejo sojero argentino hacia el nuevo centro del mundo en el Asia Pacífico. Pareciera que en lo estratégico, a largo plazo vamos camino a una nueva vuelta de tuerca de la dependencia con eje en China.3
Nos vamos convirtiendo en proveedores confiables de productos agrícolas, básicamente soja; claro que, con esfuerzo, podríamos encontrar algún nicho para producir y exportar productos levemente industrializados. La contracara es Brasil, que ha sido elegido por las potencias centrales como el gran polo industrial regional, y asume plenamente ese rol gravitante en el Mercosur.
Al calor de las inversiones extranjeras Brasil desarrolla su industria; coexist una fuerte burguesía nacional de grandes grupos económicos con miles de Pymes industriales. Pero debemos remarcar que importantes sectores de muchas cadenas productivas están en manos de empresas extranjeras. Toda multinacional que se precie de serlo, está instalada en Brasil. A pesar de encaminarse hacia la preeminencia regional y aspirar a sentarse a la mesa de los poderosos del mundo, Brasil no ha resuelto sus graves injusticias sociales, ni se orienta a hacerlo con este modelo productivo desarrollista.

Conclusiones
Dentro del ambiente industrial, respecto a las políticas oficiales, están los que hacen seguidismo de manera obsecuente, algunos conversos que profesaron la fe menemista y aquellos que apuestan al calor oficial para garantizarse algún negocio de corto plazo. 
También los sectores dominantes que coinciden con la apuesta estratégica de los Kirchner. 
Por otro lado, están los que añoran las políticas neoliberales, formados en los salones de la Fundación Mediterránea, el CEMA y otras usinas de ideas del neoliberalismo. 
Pero hay un sector mayoritario que no expresa públicamente sus ideas (porque no puede, no sabe o no quiere), o lo hace con sumo cuidado. Todos saben del carácter vengativo de la administración actual frente al que critica públicamente la gestión.
Pero lo que prevalece en estos sectores es el miedo a los noventa, el temor del retorno al neo-liberalismo corporizado en la oposición mediática (Cobos, Macri, De Narvaez, etc.). Este es prácticamente el único argumento que hace que vastos sectores industriales pymes no expresen sus críticas a las políticas antinacionales vigentes. 
La falta de horizonte, la ausencia de expresión política propia no les permite pronunciarse. No existe actualmente una fuerza política de carácter nacional que logre representar cabalmente los intereses de las Pymes industriales.
Es necesario perseverar y abrir el debate de fondo. Si éste se circunscribe a elegir ente el rumbo del actual gobierno y la propuesta histórica de la Sociedad Rural, estamos perdidos.
¿El fin de la etapa que estamos transitando sólo puede implicar el retorno del neoliberalismo? El fin de la crisis actual ¿de qué será principio? 
¿Furgón de cola de Brasil o apostamos a una Argentina soberana con una inserción diferente en el mercado mundial y regional? ¿Es posible? Sí. ¿Tenemos con qué? También.

Es evidente que un proyecto industrial nacional debe ser parte de un proyecto más amplio que tiene implicancias sociales, económicas y políticas. Un verdadero proyecto de desarrollo tiene componentes económicos, financieros, legales, tributarios, sociales, educativos, políticos e industriales.
Sin embargo, a manera de síntesis, un proyecto industrial, productivo, que 
sea digno de ser llamado nacional, deberá a corto plazo:

1. Recuperar el entramado fabril, promoviendo la creación de eslabones vitales perdidos o recuperando 
aquellos extranjerizados en cadenas de valor estratégicas.
2. Acabar con la concentración de la economía, en especial en sectores estratégicos, y principalmente aquellos en manos extranjeras, procediendo a una regulación férrea sobre el desempeño de estas empresas, en camino a la nacionalización.
3. Eliminar la regresividad tributaria, que afecta particularmente a Pymes y trabajadores. 
4. Ampliar la estructura productiva,  identificando los sectores multiplicadores de la actividad. Abandonando 
la política de ubicar nichos productivos o exportadores, para pasar a definir áreas estratégicas.
5. Eliminar la dependencia tecnológica, apostando con decisión a la fabricación nacional de bienes de capital 
y productos de alto valor agregado en tecnología, ingeniería y trabajo calificado. 
6. Abandonar la actual posición dependiente en el contexto internacional, e incorporarse al flujo de comercio 
mundial con audacia, apostando al valor agregado.
7. Derogar toda, absolutamente toda la legislación y el andamiaje jurídico de la dictadura y del menemismo. 
8. Crear un instrumento de financiamiento específico para la producción industrial que traccione las actividades de alto valor agregado nacional.
9. Direccionar el poder de compra estatal de manera firme, continuada y decidida hacia la industria nacional, creando ventajas competitivas dinámicas.

Es innegable que, enfrentar este desafío, exige la construcción de un espacio político común con aquellos sectores indiscutiblemente beneficiados con la reindustrialización y la redistribución del ingreso. Esto conlleva riesgos y dificultades pues habrá perdedores; serán intereses beneficiados por el esquema vigente, importantes y poderosos sectores políticos, sindicales y empresarios (muchos defensores del “neo-desarrollismo”).
No obstante, no asumir ese enfrentamiento puede ser más peligroso; prestar conformidad al esquema actual 
es erróneo, ya que la administración de la dependencia nos lleva inexorablemente, más allá de ciclos de crecimiento de la actividad económica, a reforzar la tendencia estructural de decadencia nacional iniciada con la última dictadura militar y que no ha dejado de profundizarse en las sucesivas administraciones democráticas. 



Notas:
1. Informe presentado por la Secretaría de Finanzas de la administración Kirchner, a cargo de Hernán Lorenzino, el 27 de octubre 2009 ante la SEC (Securities and Exchange Comission), el órgano regulador
del mercado de valores en Estados Unidos, un documento imprescindible para la aprobación del canje de deuda con los holdouts, en el que se describen en detalle las condiciones económicas, políticas y
sociales del país. Citado por Maximiliano Montenegro. Diario Crítica de la Argentina, 3-11-2009.
2. Habemus censo industrial. Daniel Azpiazu y Martín Schorr, suplementeo CASH, Diario Página 12, 25-10-2009.
3. Hacia el Bicentenario. Ruben Fabrizio. Revista Industrializar Argentina Nro. 9, Mayo 2009.



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